Nora es muy guapa, pero ella no lo sabe. Hace mucho
tiempo que nadie le acaricia la nuca, el cuello, la boca.
Se recoge su pelo rubio en un moño, y su cara
adquiere más elegancia. Es esbelta, y sonríe despacio.
Es muy fuerte y muy frágil, lleva años peleando en
la vida, para hacerse un hueco para ella y sus hijos.
El hijo mayor tiene galaxias en el cerebro, porque
se introduce estrellas por la nariz. Ella vive con espadas ardientes clavadas
en su hígado.
Anda con elegancia, y cualquier tipo de ropa le
sienta bien. Se viste con ropa barata, pero esa ropa sobre su cuerpo parece
comprada en una boutique cara.
Es capaz de trabajar toda la semana, incluidos
sábados y domingos, y además conseguir tener la casa ordenada, la comida
preparada, y estar siempre arreglada. Aún le queda tiempo para leer por las
noches, y pegarse alguna escapadita a la playa.
La admiro mucho, yo no soy tan fuerte como ella.
Sólo le veo un defecto, su cara no es muy expresiva. Cuando estás con ella,
tiene la misma expresión cuando encuentra un trabajo que cuando la han
despedido. Te cuenta en el mismo tono de voz, el sufrimiento que tiene por su
hijo y una receta de cocina.
Sus ojos son claros, pero cuando te asomas a ellos,
no ves nada. Son tantos años de negarse a sí misma, que parece no habitar nadie
tras esa mirada.
La vida, tan imprevisible, te hace pequeños regalos.
La mirada de Nora brilla, su cara se ilumina, y su boca sonríe cuando lee
algunos poemas. Poemas que rompen muros de resignación, que abren grietas en la
dureza de la desesperanza, y fluye el alma líquida. El alma que ella tenía con
18 años.
Se ruboriza, sonríe abiertamente, y con un gesto
inconsciente que la delata, se lleva la mano a la boca para tapar su sonrisa.
Nora confiesa que el mayor pecado es no haber
vivido, y le entran unas ganas irreprimibles de redimirse de tantos años de
pecado.
Quiere amar, quiere que la amen. Pero tiene miedo,
mucho miedo.
Yo le regalo poemas, hoy uno de Benedetti, mañana
uno de Neruda, y por el camino algún que otro poema de un poeta del alma, que
todavía no ha publicado.
Mientras tanto, Nora se va acercando al amor y a la
vida, y yo espero con paciencia, poder asomarme a su mirada y ver a la gran
mujer que lleva dentro.
Cuando eso ocurra, será como ver un gran cuadro, una
obra de arte, y me deleitaré en todos los trazos del pincel, en todos los
matices de los colores, en toda la profundidad de la perspectiva.
Cuando eso ocurra, Nora se habrá redimido del
pecado, y todos sabemos que lo único que nos redime de verdad es el amor.
Que los dioses te sean propicios Nora.